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En el corazón de la pieza, una figura casi fantasmal parece flotar, como un espíritu o un recuerdo protegido por esta estructura sagrada. Pero la clave de todo está en la cima: el esqueleto de un conejo. Para Toledo, el conejo no era un animal cualquiera; era Lexu, el héroe astuto de las leyendas zapotecas que siempre usaba su inteligencia para sobrevivir. Al mostrárnoslo en los huesos, el artista crea una imagen increíblemente poderosa: une la vida y la astucia (el conejo) con la muerte (el esqueleto).

 

Esta es una idea fundamental en las culturas antiguas de México, que Toledo convierte en arte: la vida y la muerte no son opuestos, sino parte de un mismo círculo que nunca se detiene.


La manera en que está hecha la obra refuerza esta sensación de antigüedad. La textura rasposa y los colores —rojos, ocres y sombras que parecen tierra— hacen que la pieza se sienta como un fragmento de un muro prehispánico o una página de un códice perdido. No es solo una imagen, se siente como un objeto con historia, cargado de la energía de la tierra de Oaxaca.

 

El poder de esta pieza radica en su capacidad para contarnos, sin una sola palabra, una historia universal. Es una invitación a asomarnos a una visión del mundo donde todo está conectado, donde la muerte alimenta ala vida en un ciclo eterno. Es una obra que no necesita explicación para sentirse profunda y atemporal.

Francisco Toledo, El conejo y la muerte

$24,000.00Precio
IVA excluido
Cantidad
  • Litografía sobre papel (sepia) 

    80cm x 60cm 

    Edición 19/56

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