El título de esta obra, "Las Nereidas", es la clave para descifrarla. En la mitología griega, las Nereidas no eran diosas de la furia ni del caos; al contrario, personificaban todo lo que es hermoso, generoso y amable del océano. Mientras que Poseidón representaba la tormenta, ellas eran la calma, el equilibrio y la armonía.
Esta idea de equilibrio y belleza es precisamente lo que Carlos Mérida buscaba en su arte. Fiel a su estilo, no le interesaba ilustrar la leyenda de forma literal, sino capturar su esencia. Las Nereidas, que pasaban sus días cantando y danzando en su palacio submarino, se convierten en la metáfora perfecta para la visión de Mérida de un arte que es "música para los ojos".
Así, las tres figuras que vemos no son simples formas geométricas, sino la representación de un coro de Nereidas en una danza ceremonial. Su disposición simétrica y los planos de color vibrante no cuentan una historia, sino que crean una sensación de ritmo, equilibrio y calma, tal como las Nereidas ofrecían un balance en el impredecible océano. Son un puente entre lo divino (el mito) y lo humano (el espectador), haciendo accesible una idea de armonía universal.
En "Las Nereidas", Mérida demuestra su genio para traducir la poesía de un mito a su lenguaje de formas puras. La obra es una invitación a sentir la armonía del mar y el ritmo de la danza, todo a través de una composición que es a la vez ancestral en su inspiración y radicalmente moderna en su ejecución.
Carlos Mérida, Las Nereidas, 1975
Serigrafía sobre Papel 112/115
76cm x 57cm
Cuenta con Certificado de autenticidad de la Galería de Arte Mexicano




