Gunther Gerzso: La centella glacial
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En los años 40, México hervÃa de arte. Era la época del nacionalismo, de los "Tres Grandes" pintando la historia épica de la nación en los muros. Mientras tanto, en los foros de cine, otro tipo de magia estaba ocurriendo: la Época de Oro del Cine Mexicano.
AhÃ, en las sombras de los sets, un hombre diseñaba los mundos donde MarÃa Félix seducÃa y Pedro Infante cantaba. Se llamaba Gunther Gerzso (1915-2000), y vivÃa una fascinante doble vida.

De dÃa, era un prolÃfico escenógrafo. De noche, era el "pintor secreto", un artista que, en la soledad de su estudio, usaba ese mismo genio para construir mundos imposibles, paisajes que no existÃan en ningún mapa.
Gerzso no fue un muralista ruidoso ni un rupturista combativo. Fue algo más sutil y, quizás, más profundo: fue el puente. El arquitecto que conectó los sueños del Surrealismo europeo con la piedra volcánica de México.
La RaÃz Europea: El Arte como Sueño
A diferencia de los muralistas, forjados en la Revolución, Gerzso se forjó en la vanguardia europea. Nació en México de padres europeos , pero pasó su adolescencia en Suiza con su tÃo, un historiador de arte. No creció viendo el nopal; creció rodeado de obras maestras europeas.
Cuando regresó a México, no buscó a los artistas del gobierno, sino a sus pares espirituales: los surrealistas exiliados que huÃan de la guerra. Se convirtió en amigo Ãntimo de Remedios Varo y Leonora Carrington.
De ellos no aprendió un estilo, sino una metodologÃa: usar el arte para explorar el subconsciente, la psicologÃa y los sueños. Esa fue la semilla de su arte.
El Ojo del Escenógrafo: Construir un Lienzo
Durante más de veinte años, Gerzso diseñó sets para directores como Luis Buñuel. Ese trabajo no fue un obstáculo para su pintura; fue su laboratorio práctico.
Un escenógrafo no solo "pinta" un fondo; construye un espacio y guÃa la mirada. Gerzso llevó exactamente eso al lienzo. Él no "pintaba" sus cuadros; los "construÃa".
Su técnica era una alquimia. Creaba sus texturas únicas a través de un proceso meticuloso: superponÃa finas capas de pintura (las famosas "veladuras"), para luego raspar y pulir la superficie. El resultado no es una pintura, es un "artefacto", un objeto que parece erosionado por el tiempo.
El Descubrimiento de México: Abstracción Prehispánica
Gerzso fusionó esos dos mundos —el sueño surrealista y la estructura del cine— cuando encontró su verdadero tema: el México prehispánico.
Sus viajes al sureste de México fueron, en sus propias palabras, un "golpe" emocional que lo transformó. Pero no le interesaba el folclor. No copió las formas mayas; tradujo su monumentalidad, su misterio y su solidez a un lenguaje abstracto.

Dejó de pintar paisajes para pintar la sensación de estar frente a ellos. Sus cuadros son la textura de una pirámide, el color de un cenote, la geometrÃa de una tumba. Creó lo que hoy conocemos como sus "Arquitecturas del Silencio".
La "Centella Glacial"
Gunther Gerzso nos enseñó a ver más allá de la superficie. Logró una sÃntesis que parecÃa imposible: una abstracción geométrica cargada de profunda emoción.
El propio Octavio Paz lo definió a la perfección: dijo que el arte de Gerzso era una "centella glacial". Una geometrÃa rigurosa, "glacial", que esconde una emoción contenida, una "centella" de luz.
Es el equilibrio perfecto entre la razón y la emoción, la estructura y el alma.
Su obra es una invitación a realizar nuestra propia arqueologÃa interna. A preguntarnos: ¿Cuáles son esas estructuras antiguas —creencias, recuerdos— que forman nuestro paisaje interior? ¿Y dónde, entre la piedra, se esconde nuestra propia luz?

